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Todo el mundo cree gozar de perfecta salud…   hasta que visita a un médico…

Hace un año, un «simple» desmayo me llevó a visitar a un neurólogo, el mismo que no me encontró mayores síntomas. Sin embargo luego de un EEG (Electroencéfalograma o mejor dicho examen de más de veinte minutos, en absoluto reposo y con «cables» en la cabeza que analizan el comportamiento de tu cerebro) me di cuenta que las cosas no iban tan bien como parecían…

Apenas tuve ese libro de resultados, fue suficiente consultarle a «San Google» el significado de crisis atónicas – astáticas producidas por descargas paroxísticas como para que cierta palabrita alborotara mi cabeza más de lo normal… se trataba de un tipo de Epilepsia no convulsiva.  Al inicio pensé escribir Epilepsia en el título de este post, pero recordé aquel momento cuando lo único que quería es saber que tenía, y todos los resultados de búsqueda me arrojaban esa palabra… no quisiera que nadie se llegara a enterar de esa manera. Uno se llena de tantos prejuicios y el sólo leer o escuchar EPILEPSIA me hacía temblar. Me hubiera encantado saber en ese momento que mi vida continuaría igual, bueno,  simplemente con un poco más de orden para descansar a diario las ocho horas necesarias, alimentarme bien para que el tratamiento no afecte mi estómago y, algo que no me preocupó, cero alcohol.

Esto no aparece de un rato a otro, uno puede nacer con esas descargas, sólo que sus síntomas se presentan en los primeros años o después de mucho tiempo… no hay edad para eso, y puede ir desde una inmovilidad momentánea en alguna parte del cuerpo, hasta fuertes convulsiones… En fin, hay diversas crisis epilépticas.

Así que, si eres alguien que tiene algún tipo de epilepsia, pues ánimo no eres la única persona, sólo tu cerebro debe aprender a controlarse frente a determinadas circunstancias, que con pensamientos positivos y disciplina en tu tratamiento obtendrás excelentes resultados. Pero sobretodo, no dejes que el entorno gobierne tus emociones. Tú y solo tú eres responsable de tu estado de ánimo, tu medicación y tu salud. No dejes que la presión (o preocupación) de tus familiares y amigos te terminen deprimiendo, más bien ellos reaccionarán como tú aceptes tu diagnóstico.

En mi caso debo seguir dos años de tratamiento, ya voy la mitad… y estoy acostumbrada a los efectos de «la trili» (así  llamo a mis pastillas), que por cierto no es más que dolores de cabeza al inicio, sueño y pequeñas afectaciones al hígado… lo que involucra comer todas esas hojas verdes que a las mamás se les ocurre cocinar (acelga, espinaca, etc.)

Ah, olvidaba algo a lo que aún no me acostumbro: «ya acuéstate, que debes descansar»…  Justo apareció  mi papá para recordarme esas palabras que no podían faltar en este post jajaja

Un gusto compartir contigo esta peque experiencia 😉

Más de una vez he escuchado comentarios o advertencias para evitar el contacto con los gatos, pues dicen que transmiten una enfermedad que puede dejar estériles a las mujeres o podrían traer complicaciones en futuros embarazos.

Esto no es más que un mito que se ha desarrollado en contra, diría yo, de estos tiernos felinos, pues científicamente es muy improbable, que un ser humano pueda adquirir toxoplasmosis a partir de los gatos, a menos que se tenga normas de higiene muy deficientes, además los felinos transmiten este agente solo una vez en la vida, y durante unos 7 a 10 días (luego de ese tiempo se vuelven inmunes), en sus primeros 2 meses de vida y los elementos eliminados en las heces requieren de uno a tres días para resultar infecciosos a los vertebrados…

Si una mujer embarazada por mala suerte se contamina por primera vez con este protozoo (normalmente en la cocina al manipular la carne sin guantes, o con la tierra del jardín), no volverá a tener problemas con ninguna gestación posterior, a excepción de que sufra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida; esta aclaración es importante ya que mujeres con repetidos abortos, atribuyen este problema a la toxoplasmosis, como se ve, esto no es posible.

Esta enfermedad infecciosa es producida por un parásito llamado Toxoplasma Gondii que cumple su ciclo evolutivo en el intestino de los felinos y es expulsado a través de sus deposiciones. Luego pasa a un ciclo extraintestinal, involucrando a todos los animales vertebrados, como aves, peces, reptiles y mamíferos, incluyendo a los propios gatos y al hombre, como huéspedes intermediarios.

Se han identificado tres medios de transmisión de esta enfermedad:

Via oral: por ingerir carne cruda o mal cocida, verduras, aguas, huevos, leche, etc. contaminados por «Toxoplasma gondii». Estadísticamente las carnes que más pueden transmitir la infección son las de cordero y cerdo y más raramente la carne de vaca.

Materno-fetal: La transmisión de madre a hijo se produce a través de la placenta cuando la madre sufre la infección durante el embarazo. El riesgo es mayor durante el tercer trimestre y la transmisión llega a darse hasta en un 40- 50%.

En casos muy raros, pero también se ha dado, por transplante de órganos o transfusiones de sangre.

Los adultos generalmente no sufren consecuencias de esta enfermedad, es más, ni presentan síntomas de enfermedad mayores que de una simple gripe (fiebre, dolor muscular, dolor de garganta). Sin embargo, esto no es igual en una mujer embarazada, pues los bebés infectados pueden no desarrollar ninguna enfermedad, o pueden ponerse muy enfermos, y tener lesiones graves en el cerebro y en los ojos.

Para concluir, si llevamos ciertas precauciones como cocer bien los alimentos, especialmente carnes, utilizar guantes al trabajar en jardines y manipular carnes crudas, lavar bien las verduras y vegetales, y sobretodo cuidar la alimentación e higiene de nuestra mascota, no hay porque preocuparse y bien podríamos convivir con nuestros gatitos en casa.